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Desde la revolución industrial hasta hoy la quema de combustibles fósiles ha liberado cientos de gases de efecto invernadero a la atmósfera. El reto ahora es trabajar en modelos energéticos sostenibles, capaces de reducir esas emisiones de CO2.

Se ve por noticias: derretimiento de los glaciares, blanqueamiento de corales, pérdidas de playas y erosiones costeras. Lo vemos en el día a día: fuertes lluvias, granizadas donde antes no las habían, incendios forestales, inundaciones, huracanes y sequías donde llovía con cierta regularidad. Sentimos el aire contaminado, somos más vulnerables a la expansión de enfermedades  y le tememos a los rayos del sol cuando entran en contacto con nuestra piel.

Todos esos son los efectos del cambio climático. Es real que el planeta está hablando y nos está exigiendo que cambiemos nuestro estilo de vida para poder preservar los recursos que aún existen y construir un mejor futuro, uno en el que el hombre sea capaz de vivir en armonía con la naturaleza.

Desde la revolución industrial la temperatura de la tierra se ha incrementado de forma acelerada por el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero (CO2) generadas por actividades del hombre como la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) y la remoción de bosques. Esas emisiones han aumentado la temperatura de la atmósfera terrestre desde finales del siglo XIX, se calcula que desde 1980 la temperatura ha aumentado en 0.8 ºC.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ha estimado que en esta era industrial la temperatura promedio de la tierra podría aumentar entre 3 ºC y 4 ºC para finales del siglo, lo cual es mayor a lo que se ha visto en los últimos 10.000 años. De igual manera, los científicos han advertido que si la temperatura global aumenta tan solo en 2 ºC las consecuencias pueden ser catastróficas y los impactos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales afectarían a todas las comunidades.

Con el aumento de la temperatura se derriten los polos, sube el nivel del mar y las poblaciones costeras se ven afectadas. Además, el impacto en la agricultura y la ganadería pondría en peligro la seguridad alimentaria.

Aunque Colombia es uno de los países que menos contribuye en emisiones de gases efecto de invernadero, comparado con las grandes potencias, según la ONU, este es el tercer país del mundo más vulnerable ante los fenómenos producidos por el calentamiento global.

Un efecto de ello ha sido que la organización Parques Naturales de Colombia ha determinado que en los últimos 37 años ha desaparecido el 84% del área glaciar que existía en el territorio. Y el Ideam ha advertido que de continuar elevándose la temperatura los nevados no resistirán más de tres o cuatro décadas.

Por todo ello es urgente hablar de un modelo energético bajo en carbono que se desarrolle a partir del uso de energías limpias. Las grandes empresas son las primeras a acudir a ese llamado que tiene como objetivo limitar los efectos del cambio climático y mantener una temperatura global por debajo del 1.5 ºC.

“A la utilización de combustibles fósiles se suma la extensión agrícola y el manejo que le damos a los residuos. Todo lo que genera gases de efecto invernadero tiene que ver con los estilos de vida, de consumo y de producción que se han desarrollado históricamente. Por eso creemos que lo primero es conocer las problemáticas, entenderlas, saber dónde se originan y así medir el impacto que generamos. Por ejemplo, en Bancolombia operamos bajo cifras muy bajas que están entre 15 y 16 mil toneladas de CO2 al año. Pero lo que buscamos es que nuestros aliados estratégicos, proveedores y clientes también sean conscientes del nivel de emisiones que generan, por eso los asesoramos en las mediciones y los procesos que deben emplear para reducir al máximo sus impactos”, comenta el director de sostenibilidad de Bancolombia, Franco Piza.

Este tipo de estrategias centradas en educar a la comunidad en la sustitución de combustibles, manejo de los recursos naturales y programas de reciclaje, ha hecho que la organización financiera haga parte del escalafón de entidades que generan más estrategias para enfrentar el cambio climático por cuatro años consecutivos.

El Carbon Disclosure Project (CDP) acreditó a Bancolombia en noviembre del 2016 como a la empresa con mejores estrategias para enfrentar el cambio climático en nuestro país y como una de las cuatro líderes de América Latina. La calificación A – siendo esta la máxima valoración – ha ubicado al banco entre las 2.500 empresas que aportan a la economía sostenible, previenen la alteración de los ciclos climáticos y protegen los recursos naturales.

Reducir los kilovatios de energía consumidos a través de proyectos de energías renovables y producción limpia, eliminar el uso de documentos impresos, reciclar e implementar estrategias para ahorrar agua, son acciones que pueden marcar una diferencia y hacer de su negocio un lugar más sostenible con el medio ambiente. Factores como identificar los riesgos, capitalizar oportunidades, medir y compensar la huella de carbono a través de esquemas como BanCo2, y tener estrategias que permitan una mejor utilización de los recursos es contribuir con el medio ambiente. Así es como evitaremos que el cambio climático desaparezca todo lo que conocemos.

“Es importante tener estrategias de mitigación y de adaptación porque hay que entender que el cambio climático no es algo que se resuelva a corto plazo. Por eso un empresario tiene que saber que emisiones de CO2 está generando para así buscar un modelo que sea más eficiente y genere menor consumo. Esto le permitirá ser más productivo y competitivo en el mercado”, finaliza Piza.

Tomado de: Periódico El Espectador

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