El jaguar Amanaci no sabe si podrá volver a campar libremente por el Pantanal brasileño, como hacía hasta que las llamas que devoraron parcialmente ese paraíso de la biodiversidad lo dejaron malherido, con sus patas chamuscadas. Esta hembra, ejemplar del mayor felino de las Américas, fue hallada hace casi dos meses refugiada en un gallinero de Poconé (estado de Mato Grosso, centro-oeste), adonde había llegado huyendo del fuego, y poco después fue trasladada al Instituto Nex, una ONG de preservación de esos animales a cien kilómetros de Brasilia y a mil de su hábitat natural.

Desde entonces, convertida en un símbolo de la destrucción causada por los peores incendios jamás registrados en el mayor humedal tropical del planeta, se recupera con un tratamiento de células madre que, según los veterinarios, ha acelerado mucho la cicatrización de sus patas, que llegaron con quemaduras de tercer grado.

El domingo pasado, los veterinarios la sacaron sedada de su jaula y colocaron su robusto y musculoso cuerpo de manchas negras sobre una camilla. Le pusieron un antifaz y le sacaron el vendaje de las patas para limpiarle y curarle las heridas, todavía en carne viva.

Tomado de: Diario El Espectador

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