El oso de anteojos o andino es el único oso de Colombia. Es una especie vulnerable y amenazada, habitante de los Andes, de hábitos diurnos y solitarios. Es omnívoro, terrestre y trepador. En algunas regiones del país las personas han invadido los hábitats de este gran mamífero y los encuentros con estas especies se han convertido en escenarios devastadores. En la mayoría de los casos terminan en la muerte del animal.

Orlando Feliciano, médico veterinario y director ejecutivo de la Fundación Santuario del Oso de Anteojos, trabaja con fauna silvestre desde hace aproximadamente 32 años, y lidera proyectos enfocados en la conservación de esta especie en Colombia, de la que aún no se tiene un cálculo preciso del número de sus ejemplares en el país.

Feliciano asegura que es importante conservar esta especie ya que posee varias funciones importantes dentro de los ciclos ecológicos. El oso de anteojos es un animal polinizador nato, por su gran tamaño y cantidad de pelaje es un buen transportador de polen. Además, es muy importante en la cadena alimentaria ya que ayuda a dispersar semillas, es por esto que se le conoce como el jardinero del bosque. Además, su presencia es un poderoso indicador de la salud de los ecosistemas.

Es por esta razón que se ha dedicado a la rehabilitación de esta especie, lo que debe entenderse como un proceso que inicia desde el conflicto que existe entre las comunidades y el oso y termina en su liberación. Las especies que llegan al santuario son osos que han sido cazados de manera ilegal y en muchas ocasiones por retaliación. Son recuperados por la autoridad ambiental en un trabajo conjunto con la fundación.

Lo primero que deben hacer es poner en orden todo en términos de recuperación clínica veterinaria, luego viene un proceso en el que se le ayuda a la especie a recuperar comportamientos naturales. Después, se encargan de hacer un trabajo de educación ambiental con la comunidad en el lugar en el que se va a liberar, y cuando ya existen esos acuerdos con la comunidad, el oso se radiomarca a través de un collar satelital y se libera.

Tomado de: Diario El Espectador

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