Lo más probable es que los 11 millones de personas que habitan en los alrededores de río Bogotá puedan verlo navegable y útil para la agricultura en el próximo lustro. Sin su característico color oscuro y olor fétido, se espera que la gente vuelva sus ojos de nuevo al alma de la sabana, como lo llamaban los muiscas.

Lo más probable es que los 11 millones de personas que habitan en los alrededores de río Bogotá puedan verlo navegable y útil para la agricultura en el próximo lustro. Sin su característico color oscuro y olor fétido, se espera que la gente vuelva sus ojos de nuevo al alma de la sabana, como lo llamaban los muiscas.

En 2010 y 2011, las lluvias provocadas por el Fenómeno de la Niña dejaron ver lo que un río puede hacer cuando despierta de su letargo. Los predios que ocupaban 30.000 personas en Chía, Cajicá, Villapinzón, Cota, Funza, Suesca, Mosquera y Soacha quedaron bajo el agua del río Bogotá, al igual que 4.000 hectáreas en la capital del país.

La furia del agua tuvo una explicación: el río recuperó los terrenos que le pertenecían. En esa época, el Bogotá tenía la capacidad para transportar cien metros cúbicos de agua por segundo, pero durante la temporada de la Niña superó los 146. No fue un fenómeno atípico: solo dejó correr sus aguas por donde la naturaleza lo diseñó originalmente.

Ante esto, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) decidió devolverle al río su trayecto original entre Cota y Soacha, es decir, su cuenca media. La primera operación recuperó las áreas del cauce que habían sido modificadas durante años. En otras palabras, como lo habían vuelto una línea, las nuevas obras le devolvieron sus curvas.

Entre 2012 y 2016, retroexcavadoras y maquinaria pesada le cambiaron la cara a 68 kilómetros del río. Retiraron 8 millones de metros cúbicos de residuos que dormitaban en su lecho: muebles, partes de carros, neveras y hasta cadáveres. Así le dieron movilidad y mitigaron sus olores.

Su cauce pasó de 30 a 60 metros, lo que duplicó la capacidad para transportar agua de 100 a 200 metros cúbicos por segundo. Compraron 198 predios en más de 600 hectáreas aledañas al río, 200 de las cuales fueron destinadas a humedales, meandros y zonas de amortiguación.

Los 68 kilómetros intervenidos contarán con senderos, embarcaderos y puntos de avistamiento de aves. “Será uno de los parques lineales más largos de Latinoamérica”, dijo Aníbal Acosta, director del Fondo de Inversiones de la CAR. “El río ya es navegable y la zona fue reverdecida con 120.000 árboles de especies nativas”.

Salitre, segunda cirugía

Aunque el río Bogotá cambió de cara en su parte media, sus aguas siguen igual de contaminadas. Al día, los habitantes de la capital le entregan 690 toneladas de residuos sólidos y más de un millón de metros cúbicos de agua residual.

Salitre, la única Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) en este tramo del río, empezó a funcionar en 2000. Pero no dio abasto para sanear las aguas del norte y parte del centro. El agua entra y sale igual de sucia de la infraestructura, ya que solo trata 4 metros cúbicos por segundo de agua residual.

Por eso, la CAR y el Banco Mundial desembolsaron 1,5 billones de pesos para la ampliación y optimización de Salitre, construida desde 2017 en un predio de 95 hectáreas donde funcionó un botadero.

La nueva PTAR Salitre realizará un tratamiento secundario por desinfección, que quitará basuras, sólidos, carga orgánica y desinfectará las aguas. “Tratará 7 metros cúbicos por segundo de agua residual y permitirá que el líquido pueda utilizarse para riego. Generará biosólidos, material que servirá como abono para suelos, y un biogás para la energía eléctrica de la planta”, apuntó Acosta.

Juan Núñez, ingeniero del Consorcio PTAR Salitre, asegura que la obra presenta 70 por ciento de avance y empezará a funcionar en 2021. “1.500 personas han participado en el proyecto, para el que hemos utilizado 15 piloteadoras, 45 retroexcavadoras, 120 volquetas y más de 200.000 metros cúbicos de concreto”.

En 31 hectáreas aledañas a Salitre, es construido el Parque Metropolitano Salitre, que contará con zonas recreativas, senderos, canchas deportivas, áreas para la conservación ambiental y más de 9.000 árboles.

Adiós a las aguas negras del sur

Salitre solo tratará 30 por ciento de las aguas residuales bogotanas. El 70 por ciento restante, aportado por 7,3 millones de personas del sur de la ciudad y Soacha, acaba de concretarse con la firma del convenio de cofinanciación para la construcción de la PTAR Canoas.

La CAR y la Alcaldía de Bogotá aseguraron los 4,5 billones de pesos requeridos para construir esta megaobra. Canoas entrará en funcionamiento en 2026, tratará 16 metros cúbicos de agua residual por segundo y removerá 690 toneladas de residuos contaminantes al día.

Canoas será la planta de tratamiento de aguas residuales con los tratamientos primario y secundario más grandes de Colombia y América Latina, y una de las 15 de mayor envergadura en el mundo.

“Con Canoas y Salitre, ya aseguramos la descontaminación total del río Bogotá, un sueño de cientos de años para todos los colombianos. Ya dejamos asegurados los recursos y diseños de Canoas, el próximo alcalde solo deberá abrir la licitación para su construcción”, dijo el alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa.

Néstor Franco, director de la CAR, anotó que Salitre y Canoas garantizarán 80 por ciento del tratamiento de las aguas residuales que le llegan al Bogotá. “El porcentaje restante son descargas que deben tratar las PTAR municipales, donde tenemos 20 proyectos caminando. Estas obras requieren de un cambio de comportamiento ciudadano. Muchos ni siquiera saben que tenemos río, por eso cometen agresiones contra él”.

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