Correteando en centros comerciales,
entorpeciendo el tráfico aéreo en el aeropuerto, peinando basureros en busca de
comida o en la universidad, donde han atacado a estudiantes, los jabalíes
parecen haber tomado una ciudad más conocida por sus rascacielos que por sus
espacios verdes.
Aunque la imagen de una invasión pudiera sonar exagerada, las
cifras del Departamento de Agricultura, Pesca y Conservación indican que las
quejas por este conflicto entre humanos y fauna se han duplicado desde 2013, y
en 2017 hubo más de 700 incidentes registrados, una media de casi dos al día.
La continua expansión de la ciudad por los vastos espacios
verdes que la rodean -donde el único sonido que se oye es el trinar de los
pájaros, la berrea de los ciervos o el gruñido de los jabalíes- está atrayendo
cada vez más a multitudes de estos cuadrúpedos a las afueras de la metrópoli.
Pero la habituación de estos cerdos salvajes a los humanos
(algunos de los cuales los alimentan como si de mascotas se tratase) ha
suscitado algunas preocupaciones en materia de seguridad.
Mientras que algunos residentes acogen con satisfacción los
avistamientos de los jabalíes como símbolo de buena fortuna y prosperidad,
especialmente con la llegada del Año del Cerdo, los informes de ataques de las
bestias muestran que se están convirtiendo en un serio peligro.