Este es el panorama actual del volcán de lodo en Arboletes. Se puede observar lo cerca que se encuentra del mar. / Fotos: Javier Meza

UN TESORO NATURAL EN RIESGO

La erosión costera tiene a uno de los mayores atractivos turísticos del Urabá antioqueño a 30 metros de ser devorado por el mar. Autoridades ambientales aseguran que no han tomado medidas porque el lugar tiene dueño. 

El volcán de Arboletes, en el golfo de Urabá, es diferente a los más de 120 volcanes que hay en la costa Caribe colombiana. Su boca es amplia, con 55 metros de diámetro, una verdadera piscina de lodo para quienes lo visitan. Se sitúa a unos cuantos pasos del mar, en un paisaje inolvidable. Por si fuera poco, está a tan sólo a 15 minutos de la cabecera municipal.

Este bañadero de lodo es, junto con el mar de Necoclí, el río Mutatá y las diferentes plantaciones bananeras de la región, uno de los mayores atractivos turísticos, no sólo para los antioqueños, sino para los departamentos vecinos, Córdoba y Chocó. Cada año, miles de personas llegan allí para zambullirse en el lodo con la ilusión de aprovechar los poderes medicinales que se le acreditan, principalmente para la artritis y problemas circulatorios.

Al ser uno de los grandes llamativos del golfo de Urabá, Arboletes se ha beneficiado económicamente de las entradas a restaurantes y hoteles de miles de turistas por año, aspecto que hace del volcán su patrimonio más importante, después de los asentamientos de los indígenas zenúes y la iglesia de la Inmaculada Concepción. No es gratuito que los cerca de 40.000 arboletenses entonen su nombre al cantar su himno: “Viva, viva la flor del paraíso con sus playas, su volcán y sus palmeras…”.

El problema es que este significativo lugar corre desde hace más de cinco años el riesgo de desaparecer, pues está a unos 30 metros del mar debido a la erosión costera que sufre la zona. A pesar de que el Ministerio de Ambiente, Corpourabá y el Servicio Geológico Colombiano recomiendan que se tomen medidas lo más pronto posible para mitigar los daños, las autoridades ambientales del municipio y el departamento no lo han hecho, pues aseguran que, al estar en un predio privado, se dificulta el acceso.

Un volcán con dueño

Juan Carlos Tobón es el propietario del terreno donde se encuentra el volcán. Son 12 hectáreas que le pertenecen a su familia desde hace 48 años, cuando la compañía de la que su papá era accionista, Asociación Antioqueña de Transporte, las compró.

Tobón asegura que desde hace varios años ha tenido problemas con las administraciones del municipio y los habitantes del pueblo, pero siente que no hay nada extraño en ser dueño de un volcán, y más cuando siempre ha abierto las puertas del lugar para que las personas descansen y se diviertan por $4.000.

“Como el volcán es el movimiento turístico del pueblo siempre nos están echando la culpa a nosotros, pero hemos sido los únicos que han hecho obras para mitigar los daños de la erosión, la cual está controlada en este momento. De hecho, la que preocupa ahora es la pendiente donde está el volcán, porque puede causar un deslizamiento”, dice Tobón.

Afirma que no es verdad que no se haya realizado ninguna obra por tratarse de propiedad privada, “lo que pasa es que no han tenido los recursos para ejecutar las obras. Hay muchos intereses con el volcán, económicos principalmente, pues el municipio le lleva muchas ganas y no ha podido tenerlo”.

No obstante, Lorenzo Acuña, alcalde de Arboletes, asegura todo lo contrario: “El volcán hace parte de los atractivos de Arboletes, el problema es que está en un predio privado y por estar en un predio así el acceso a él es difícil y hemos tenido muchas dificultades jurídicas con ese tema”.

No es el único que contradice la versión de Tobón. La corporación ambiental de la región, Corpourabá, también aseguró que “el predio donde se encuentra el volcán de lodo es una propiedad privada y las inversiones públicas de las diferentes entidades responsables (Gobernación, Municipio y Nación) se ven limitadas por esta situación”.

Pero esta disputa no sólo se trata de que sea o no un predio privado, se centra en una lucha por lo que este volcán genera: en primer lugar turismo y, por ende, grandes entradas económicas, las cuales ahora están divididas entre el municipio (hotelería y restaurantes) y Juan Carlos Tobón (entrada al volcán, parqueaderos y estadero).

Tobón sabe que la solución a esta pelea sería que la administración local se quedara con el terreno, por eso dice que ha mostrado al municipio la intención de vender e incluso ha enviado entre unas ocho y diez cartas manifestándolo, pero, según él, le responden que no tienen dinero.

Asunto que Lorenzo Acuña confirma: “Esto viene de administraciones pasadas. Hemos querido adquirir el volcán, pero no se llega a un acuerdo de precio con el dueño del terreno”. Y no se llega a un arreglo porque Juan Carlos Tobón sólo acepta vender si le compran las 12 hectáreas, pues su sueño siempre ha sido que el lugar se convierta en un gran complejo recreacional y si vende sólo una parte se puede frustrar.

No obstante, mientras la administración municipal y Tobón sostienen su lucha por esta “mina” de lodo, Acuña da un parte de tranquilidad a los arboletenses y asegura que han hecho las gestiones necesarias con la Gobernación de Antioquia, la cual certificó ya que dará parte de los recursos para llevar a cabo las obras de mitigación para la erosión. “Afortunadamente, el gobernador Luis Pérez tomó la decisión de apoyarnos para poder contener el fenómeno, porque no sólo es la erosión del mar, sino el riesgo de la ladera”, puntualiza el alcalde.

 

El tiempo para el volcán se reduce

Si bien el Ministerio de Ambiente explica que la erosión es un fenómeno natural, en esta zona se ha incrementado por las actividades del hombre desde los años 70, cuando se extrajeron arenas en gran cantidad para construcción.

“Estas acciones desestabilizaron la zona y desde entonces se han realizado acciones que en muchos casos pueden estar empeorando la situación, como es el caso de la construcción de espolones, la tala del manglar y de vegetación protectora, construcciones en las playas, vertimientos directos a la playa”, afirma el Ministerio.

Lo más preocupante es que el volcán no presenta riesgo de desaparecer únicamente por la cercanía del mar. Según Corpourabá, la ladera, una especie de montaña donde se ubica el volcán, también sufre el riesgo de producir un derrame de lodo debido a la inestabilidad que ha generado la erosión costera. En pocas palabras, si no se toman medidas ya, el mar consume el volcán o la ladera donde este se encuentra se derrumba.

La erosión también ha generado preocupación entre la comunidad y las entidades de gestión de riesgo, al verse afectadas por la pérdida de terrenos privados, el abandono de viviendas en sectores como El Minuto y Puerto Rey, y las posibles afectaciones que tendría dicha amenaza frente al volcán de lodo y la vía que comunica Arboletes con Montería (Córdoba).

Aunque este tipo de volcanes, que surgen por un fenómeno llamado diapirismo, generado por los movimientos de placas en el Caribe que van desde Barranquilla hasta el golfo de Urabá, no han presentado grandes erosiones, según la información que ha recolectado el Servicio Geológico Colombiano, no se puede descartar que suceda.

“Los volcanes pueden considerarse un georrecurso, es decir, tienen un gran potencial para la recreación y el turismo, así como ciertas facultades medicinales, pero también son una amenaza geológica. Los riesgos en zonas volcánicas de lodo se asocian a la pérdida de cultivos y ganado, daños de vías e infraestructura por el fracturamiento y la deformación del terreno, el deslizamiento y colapso de viviendas durante las erupciones y, eventualmente, hasta la pérdida de vidas humanas por flujos de lodo”, comenta José Henry Cardona, geólogo del Servicio Geológico.

Por eso este mismo instituto, que se encarga de realizar el estudio de los recursos naturales y los peligros que suponen, recomienda que haya soluciones blandas o duras para mitigar la erosión. “Las primeras serían rellenos constantes de arena, elemento que debe cumplir con condiciones para que no afecte la playa, como sucedió en Coveñas”, resalta Cardona. Las duras son procesos de ingeniería pesada, como espolones perpendiculares en la zona.

Mientras se resuelve quién queda con el volcán, las puertas siguen abiertas para quienes quieran conocer o repetir la experiencia de sumergirse en una piscina de lodo. Sólo debe pagar $4.000.

Fuente: Periódico El Espectador

Artículo anteriorVISIÓN
Artículo siguienteCIENTÍFICOS DE LA UIS DESCUBREN NUEVA ESPECIE DE SALAMANDRA