La palma africana puede producir fruta durante 30 años y produce más aceite que cualquier otra planta. A su vez,además de lucrativa, es un motor de deforestación que preocupa a las autoridades ambientales de países con largas hectáreas cultivadas, sobre todo en el sudeste asiáticotristantan/Pixabay

Personas que viven en los bosques afectados por las plantaciones urgen a la Unión Europea y Gran Bretaña a sacar adelante una regulación, a pesar de la oposición diplomática

En abril de 2017, miembros del parlamento europeo encendieron el debate y votaron 640 a 18 para prohibir las ventas de biocombustibles hechos con aceites vegetales para 2020 Y evitar que los objetivos de transporte renovable de la UE contribuyan aún más a la tasa mundial de deforestación,

Y esta semana, una delegación de 14 representantes de 11 naciones de Asia, África, América Latina se presentarán en el Parlamento Europeo para pedirle a Gran Bretaña y otras naciones europeas que prohíban el uso de aceite de palma africana para producción de biocombustibles, y que refuercen la supervisión de las cadenas de suministros.

La nueva regulación del aceite de palma ha alborotado el avispero en los países productores como Indonesia, Malasia, Costa Rica, Ecuador y Honduras. Sobre todo, se han visto afectado el sudeste asiático, origen del 90% de las exportaciones mundiales de aceite de palma, de acuerdo con el diario The Guardian. El aceite de palma también se puede mezclar con diésel para impulsar motores, que es lo que detendría la prohibición.

Políticos influyentes en estos países, muchos de los cuales están estrechamente vinculados a la industria, acusan a la Unión Europea de proteccionismo comercial, pensamiento colonial y socavando los esfuerzos de reducción de la pobreza. El ministro de plantaciones de Malasia describió la prohibición propuesta como un “apartheid de cultivos”, pero las comunidades afectadas por las plantaciones no dan paso atrás.

De acuerdo con el diario británico, el gobierno de Indonesia ha otorgado concesiones a más de 50 compañías para abrir plantaciones que suman 1,2 millones de hectáreas, precisamente, en tierras que las comunidades reclaman como suyas, particularmente los indígenas. La delegación de gente de los bosques afectados propone que las naciones europeas propongan un ombudsmen, una especie de Defensor del Pueblo de comercio sostenible para examinar las denuncias de violaciones de derechos humanos y medio ambiente.

De acuerdo con el World Watch Institute, una vez plantada, la palma puede producir fruta por más de 30 años, lo que proporciona un empleo muy necesario para las comunidades rurales pobres. Y su petróleo es altamente lucrativo, debido en gran parte al hecho de que la planta produce más aceite por hectárea que cualquier cultivo importante de semillas oleaginosas.

Indonesia es ahora el proveedor líder para un mercado global que demanda más del aceite versátil del árbol para cocinar, cosméticos y biocombustibles. Pero el atractivo del aceite de palma tiene costos significativos. Las plantaciones de palma aceitera a menudo reemplazan a los bosques tropicales, matan especies en peligro de extinción, desarraigan comunidades locales y contribuyen a la liberación de gases que calientan el clima. Debido principalmente a la producción de palma de aceite, Indonesia emite más gases de efecto invernadero que cualquier otro país además de China y los Estados Unidos.

 

 

 

Tomado de: Periódico El Espectador.

 

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