Son las 4 AM. Luis Carlos Chaparro abandona su casa en el municipio de Cota, dibuja una bendición a su esposa y sus cinco hijos que aún duermen, sale en silencio, camina unas cuadras y toma un bus de servicio público que lo lleva hasta el parque industrial Santo Domingo, donde queda el Centro de Investigación Ambiental de la CAR, y donde desde hace tres años labora como conductor de una de las unidades móviles de control a fuentes fijas.

A la misma hora, el ingeniero ambiental Eduan Cruz sale de su vivienda en el municipio de Madrid, toma también una buseta, y así como Luis Carlos, llega muy temprano al Centro de Investigación Ambiental. Ambos saldrán ese día a hacer un operativo a fuentes fijas, es decir, revisar vehículos en vía, y junto a la Policía de Carreteras, entregar el certificado de medición con aprobación o rechazo.

Mientras Luis Carlos revisa el estado del vehículo, Eduan vigila que los equipos estén perfectamente calibrados y que cumplan todos los estándares de calidad para entregar reportes exactos. A ellos se les une Lorena Flórez, una joven microbióloga que también ha llegado desde su casa en Bogotá y quien desde hace varios meses acompaña esos operativos desde el tema de salud y educación ambiental, haciendo la parte social, dialogando con los conductores, realizando encuestas y concientizándolos de la importancia de estos operativos.

Los tres están listos. Reciben el itinerario del día y se les indica que deben trasladarse al sitio Cartagenita, vía Facatativá. En pocos minutos, dado que el sitio es relativamente cerca, llegan al punto indicado donde les espera un grupo de la Policía de Carreteras comandado por el Subintendente Carlos Arteaga, un curtido policía con 17 años de servicio en la institución. En el grupo de uniformados sobresale el patrullero Carlos Caycedo, un moreno de más de dos metros de altura, nacido en Guapi, Cauca, y quien inicialmente por su estatura y corpulencia intimida, pero que cuando extiende su mano y brota una amplia sonrisa, contagia a todos con la alegría de su raza.

Eduan y Luis Carlos alistan la unidad, despliegan los paneles solares, se enfundan sus uniformes ennegrecidos por el humo de tantos operativos, así como sus guantes y audífonos para el ruido.

Lorena alista su material educativo, y con una sonrisa también expresa que está lista.

El primer vehículo en ser sometido a prueba es un viejo Renault 18 color naranja, conducido por un señor de unos 65 años. Eduan lo saluda, le explica el procedimiento y con Luis Carlos realizan la prueba de gases, que al final sale rechazada. Se entrega el reporte a la policía, la cual le notifica que su vehículo va a ser inmovilizado. El señor acepta con resignación y el viejo vehículo es subido a una grúa.

Luego se detiene un pequeño camión conducido por Fredy Zárate, quien con su esposa se dirige a su finca, ubicada en las afueras de Facatativá. El vehículo pasa la prueba y al contestar la encuesta de Lorena denota conocimientos sobre el tema, así que toma su certificado, sus documentos y sigue su camino.

Luego la Policía detiene un pequeño furgón conducido por un joven de no más de 25 años, quien al principio se muestra alegre y colaborador, respondiendo las preguntas de Lorena, pero cuando se le informa que su vehículo no pasa la prueba, cambia su actitud, se niega a subir el vehículo a la grúa, increpa a los policías y, de no ser por la intervención del patrullero Caycedo, habría agredido al personal de la CAR. En pocos minutos llega el propietario del vehículo quien con improperios también los increpa; Eduan, Carlos y Lorena guardan silencio mientras la policía sube el vehículo a la grúa y el caso queda en manos de las autoridades.

Al final de la jornada, sobre las 2 de la tarde, de 27 vehículos 16 fueron rechazados porque no cumplieron los estándares mínimos de gases y emisiones, y de acuerdo a la Ley debieron ser inmovilizados, sus propietarios pagar una multa además de los gastos de grúa y parqueadero.

Casi a las 5 de la tarde llegan de nuevo a la sede del Laboratorio, entregan su informe y se marchan a sus casas, cansados, con el rostro quemado por el sol y dispuestos a otra jornada en otro sitio de la jurisdicción.

Esta labor de las unidades de control de fuentes móviles de la CAR, muchas veces no es de buen recibo de la ciudadanía. Eduan, Carlos y Lorena, son testigos de muchas historias en vía a veces tristes, y aunque parecieran injustas porque en los vehículos inmovilizados por la Policía a veces van familias, niños y personas de la tercera edad, también es cierto que muchos de estos vehículos son un verdadero

peligro en las vías por su estado mecánico y por la peligrosa emisión de gases que pone en riesgo la vida de quienes los ocupan.

El subintendente Ortega, quien acompañó el operativo de Cartagenita, aún recuerda hace 15 años el caso de una familia de ocho personas, que venían de la Costa, pararon a descansar cerca al peaje Caiquero en la vía La Vega – Villeta y dejaron el vehículo prendido para que no se pagara el aire acondicionado. Varias horas más tarde fueron hallados muertos por inhalación del traicionero y peligroso monóxido de carbono. Por eso a veces se torna duro e inflexible con los vehículos rechazados, pero prefiere esto a repetir la dantesca escena que tuvo que atender en esa oportunidad.

Es por ello que Eduan recomienda hacer los mantenimientos oportunos y permanentes a sus vehículos, cambio de aceite y filtros; sincronización, buenas prácticas de conducción y hacer las revisiones en un CDA de confianza y que esté certificado. Pero de todas formas aclaró que a pesar de tener la certificación tecnicomecánica vigente, si su vehículo es rechazado en vía inevitablemente la policía lo inmovilizará

Por ello cuando usted vea las unidades móviles de CAR en la vía, tenga en cuenta que, como dice el ingeniero Eduan, no son verdugos, son profesionales que cumplen su labor, que son altamente capacitados y que las unidades está dotadas con tecnología de punta.

El día de estos funcionarios termina, en la noche retornan a sus hogares con la satisfacción del deber cumplido y, tal vez, de haber salvado alguna vida, al impedir la circulación de vehículos en malas condiciones, y contribuir a preservar uno de los recursos más preciados: El aire.

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