En los últimos tres años, han muerto en Colombia por envenenamientos masivos un 34 por ciento (15.677), del total (46.186) de colmenas reportadas hasta julio de 2017.

Han sido varios los estudios que han mostrado el rápido declive de las abejas en todo el mundo. La destrucción de su hábitat, el ácaro Varroa -que invade las larvas de las colmenas y mata a las más adultas-, la reducción de la diversidad de plantas y árboles florales, parásitos como el Nosema ceranae, el desenfrenado uso de los pesticidas y, ahora, el cambio climático, son un coctel tóxico que amenaza la vida de estos animales.

En Colombia este fenómeno ya está ocurriendo pero no se le ha prestado la atención suficiente. Aproximadamente 10.500 colmenas desaparecen al año debido al mal uso de los agroquímicos. Insecticidas como la imidacloprid, clotianidina y tiametoxam, de la familia de los neonicotinoides, contienen una sustancia que hace que las abejas mueran al consumirla, o que al detectarla no se acerquen a las flores y mueran por no poderse alimentar correctamente, advierte María Guiomar Nates Parra, experta apícola de la Universidad Nacional.

Según Nates, el efecto que producen estos químicos en las abejas es neurotóxico, por eso presentan desorientación, su capacidad retentiva disminuye y se vuelven muy susceptibles a adquirir enfermedades, síntomas que hacen que se vuelvan muy débiles.

Así que este miércoles, el Colectivo Abejas Vivas radicó ante la Cámara de Representantes el proyecto de ley “por medio de la cual se crean mecanismos para la defensa de polinizadores, fomento de la cría de abejas y desarrollo de la apicultura en Colombia”.

El documento “busca establecer políticas públicas que garanticen un ambiente sano para los polinizadores, la protección de la flora apícola y consolidar al sector como un componente estratégico para la seguridad y soberanía alimentaria del país y la conservación del ecosistema”.

“Las abejas polinizan una tercera parte de lo que comemos. El 84 por ciento de los cultivos necesitan a las abejas o a otros insectos para polinizarlos y aumentar su rendimiento y calidad.”

Las abejas polinizan una tercera parte de lo que comemos. Alrededor del 84 por ciento de los cultivos para el consumo humano necesitan a las abejas o a otros insectos para polinizarlos y aumentar su rendimiento y calidad. Sin embargo, son poco los datos sistematizados que explican la disminución de su población.

Sin embargo, el Colectivo Abejas Vivas, a punta de experiencias propias, ha hecho el esfuerzo de tener cifras claras: en los últimos tres años, advierte, se han muerto en Colombia por envenenamientos masivos con agrotóxicos un 34 por ciento (15.677), del total (46.186) de colmenas reportadas hasta julio de 2017. Esto significa que, de no regenerarlas, en 10 años no se contaría con abejas en Colombia, propiciando una catástrofe alimentaria y una crisis de salud en el país.

Los cultivos de aguacates, kiwi, ahuyama, melón, pepino, tomate, berenjena, calabazo, café, cítricos, nueces y girasol, entre muchos otros, se verían gravemente afectados. El Colectivo advierte que en los últimos 4 años, el gremio apicultor en el país ha sufrido pérdidas de aproximadamente $21.625.000.000.

Concretamente, el proyecto propone crear un Sistema Nacional de Apicultura y otros Polinizadores, en cabeza del Ministerio de Agricultura. Además de implementar una Política Nacional de Conservación de los Polinizadores, que estaría a cargo del Ministerio de Ambiente, con el objetivo de regular los agrotóxicos, la deforestación, la adaptación al cambio climático y el manejo de abejas en lugares urbanos.

También le exige a la cartera verde realizar estudios técnicos cada seis meses para valorar el estado de la polinización en el país, su importancia ambiental y económica y los factores que amenazan a los polinizadores.

La investigación, restauración y conservación de la flora apícola; así como la caracterización de las especies de abejas y otros polinizadores son otras de las propuestas que hay en el documento.

El representante a la Cámara por el partido de la U, Didier Burgos, propone la aplicación del principio de precaución, considerando que el Estado Colombiano debería prohibir pesticidas ya probados como letales a los polinizadores y prohibidos en varios países.

Fue en el año 2013 cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomendó a la Comisión Europea, después de analizar decenas de estudios que la ciencia estaba haciendo al respecto, prohibir tres insecticidas: el imadacloprid y la clotianidina, producidos por Bayer, y el tiametoxam, de Syngenta.

Según un reciente estudio, publicado en la revista científica ‘Science’, de 198 muestras de miel que fueron recogidas de todos los continentes, el 75 por ciento contenían trazas de al menos un neonicotinoide. Casi la mitad de las mieles analizadas tenían restos de dos o más de estos pesticidas. El porcentaje de mieles con contaminadas fue mayor en Norteamérica (86%), Asia (80%), y Europa (79%). América Latina (57%) y Oceanía (64%) arrojaron las menores cifras, aunque llama la atención sobre la problemática global.

Tomado de: Periódico El Tiempo

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